- Se habla con frecuencia de la infancia como un paraíso, ¿es verdad o se trata de un simple convencionalismo?
- Creo que depende de la infancia de cada cual. La mía, desde luego, fue un paraíso, pero es irrepetible hoy día, las condiciones que nos rodean son totalmente distintas. Puede que para otros niños de mi edad, la infancia fuese un infierno, y para qué decir sobre la infancia, si es que puede llamarse así, de los niños del tercer mundo.
- ¿Se canta lo que se pierde?
- Se canta lo que se añora, sobre todo. Hay veces que perdemos cosas que luego no echamos de menos, que incluso llegamos a olvidarnos de que una vez existieron.
- Para finalizar, una pregunta casi obligada: ¿cómo ve Carlos Guerrero su futuro en la literatura?
- Creo que no me corresponde decirlo, es labor, más bien, de los críticos y de las personas a las que le hago mucho caso en sus apreciaciones objetivas y lógicas; y, claro está, de los lectores. Por mi parte sólo resta añadir que podré todo el empeño para superarme poemario a poemario, relato a relato, novela a novela, y que estaré en esta tarea hasta que el tiempo y el “alemán” me lo permitan.